Tras tres años de trabajo y un total
de 750 intentos, Jerome Bonnet y sus colegas de la Universidad de
Stanford (EE UU) han conseguido desarrollar un sistema para
codificar, almacenar y borrar datos digitales en el material genético
de células vivas. En términos prácticos, los científicos han
creado el equivalente genético de un “bit”, la unidad mínima de
información digital, con la que pueden representarse dos valores,
cero o uno, apagado o encendido. En este caso, se emplean segmentos
de ADN que “valen cero si apuntan en una dirección, y toman como
valor uno en la dirección contraria”, aclaran los investigadores.
Los datos pueden leerse con facilidad, ya que las secciones de ADN
han sido previamente modificadas para brillar con color verde o rojo
dependiendo de su orientación. Y al tratarse de una memoria no
volátil, almacena información sin consumir energía.
Disponer de la posibilidad de programar
y almacenar datos dentro del ADN de las células promete ser una
herramienta muy útil para estudiar el cáncer, el envejecimiento, el
desarrollo de los organismos… Por ejemplo, el dispositivo
permitiría contar cuántas veces se divide una célula, y averiguar
así a partir de qué momento se vuelven cancerígenas.
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