Las abejas están
mermando, y casi dos terceras partes de las plantas cultivadas destinadas a consumo humano, depende de la
polinización por abejas. Sin las abejas dejaríamos de comer almendras,
chocolate, manzanas, cebollas, zanahorias, melones, soja…Tampoco saldrían
adelante las cosechas destinadas a comida para el ganado, y poco a poco la
industria de la carne se vendría abajo. Así, nuestra principal fuente de
proteínas pasaría a ser el pescado, y probablemente los océanos quedaran
esquilmados ante la gran demanda. Desaparecerían
medicamentos y la primavera dejaría de tener color.
Científicos
estadounidenses de la Universidad de Virginia dicen
que la contaminación está acabando con las fragancias primaverales. En el siglo
XIX, las flores olían más que ahora. Las sustancias aromáticas en aquel
entonces viajaban desde la flor por el aire hasta llegar a nuestra nariz, y
hasta la de las abejas, más de un kilómetro.
Hoy no recorren ni
unos escasos 300 metros. Así es más difícil que los polinizadores las localicen y realicen su labor.
Al principio pusieron
la mirilla en un parásito intestinal el Nosema Apis, pero las cosas no
cuadraban. “Los síntomas que produce este parásito no coincidían con los de abejas
de colonias colapsadas en Europa”, comenta el doctor en veterinaria en el Centro Apícola Marchamalo.
Un científico llamado Higes dice que el causante de la
desaparición de las abejas es un parásito, el Nosema ceranae. Hace unos 20 años
desde Asia.
“Las esporas llegaría en cajas importadas con
materias apícola y en partidas de abejas(compuestas por un kilo de abejas con
una reina)”, explica este experto.
“Es un microsporídeo,
un ser minúsculo que se introduce en las células de las abejas adultas y les
provoca alteraciones intestinales y envejecimiento prematuro. Así, las abejas
de una colmena mueren más deprisa de lo que la reina puede reponer.
Llega un momento en
que se rompen el equilibrio y la cohesión social. Esto favorece la aparición de
otras enfermedades. Ya conocemos al asesino, pero no sabemos frenarlo. Y
mientras la ciencia busca un remedio, las colmenas siguen vaciándose”.
“Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre sólo le quedarían 4
años de vida”. Esta frase atribuida a Albert Einstein.
Conclusión:
Como conclusión
evidente podemos sacar que el mundo sin abejas no saldría adelante. Como bien
he dicho anteriormente, la industria de la carne caería y nuestras proteínas
serían solo el pescado. Los mares acabarían quedándose sin pescado y nos
quedaríamos finalmente sin proteínas. Ahora mismo los científicos están
estudiando para acabar con el parásito que destruye a las abejas, pero
actualmente no hay ninguna solución posible.
Bibliografía:
Páginas Web :
Revistas:
Quo Nº 188. Página 72.
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