sábado, 9 de junio de 2012

SUMERGIDOS EN UN MAR DE RADIACIONES


Es verdad que los seres vivos del planeta Tierra hemos estado a lo largo de toda la evolución expuestos a muy diversas radiaciones electromagnéticas terrestres, solares o cósmicas pero no es menos cierto que los niveles de intensidad de determinadas frecuencias se han visto multiplicados por cientos, miles o millones de veces en lo que va de siglo.
Nuestro espacio vital actual está repleto de ondas electromagnéticas de baja y alta frecuencia de procedencia totalmente artificial. Entre las de baja frecuencia, hallamos fuentes tan familiares como las líneas de alta tensión, los transformadores eléctricos, electrodomésticos, maquinarias eléctricas y los equipos informativos como los ordenadores de pantalla de tubo catódico. Y entre las ondas de alta frecuencia, tenemos las emisoras de radio y de televisión, las redes de telefonía móvil, controles de tráfico aéreo, satélites de telecomunicaciones, bien meteorológicos, bien militares, etc.
En suma un panorama que puede resultar abrumador si investigamos a fondo las implicaciones sobre la salud física, mental e, incluso, emocional de la exposición puntual o permanente a tales ondas electromagnéticas.

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