sábado, 27 de octubre de 2012

Científicos crean un medusoide


Usando una lámina de silicona y células cardíacas de rata, un grupo de científicos han conseguido fabricar una medusa “cyborg”.


Científicos de la Universidad de Harvard y del Caltech han creado este medusoide. El medusoide se mueve en el medio acuático de forma similar a como los hacen las medusas reales. Esta medusa artificial podría servir como modelo de prueba de concepto para realizar ingeniería inversa sobre una gran variedad de órganos y formas simples de vida, además de replantearnos una extensión de la definición de lo que es vida sintética.
Las medusas son los animales relativamente complejos más antiguos que se conocen, pues sus antepasados directos pudieron ser de los primeros animales en tener órganos diferenciados. Para efectuar ingeniería inversa sobre este ser, los investigadores usaron herramientas de biométrica de la policía científica y de la Cristalografía para levantar mapas de las redes de alineamientos proteínicos subcelulares en los músculos de la medusa.

Además estudiaron la electrofisiología de la propulsión y biomecánica del sistema de bombeo que les permite moverse en el agua.
A partir de los datos recolectados se pusieron manos a la obra y construyeron el medusoide gracias a un cultivo de células cardiacas de rata que se contraían pos sí solas, pero que se también responden a la aplicación de una pequeña descarga eléctrica transmitida a través del medio acuático. El cultivo lo depositaron sobre una lámina de silicona con la forma de una medusa (en concreto un ejemplar joven de Aurelia aurita) de tal forma que remedara la arquitectura sub y supracelular de la musculatura de las medusas reales. El tamaño del medusoide era de menos de un 1 cm en diámetro en estado plano y tenía, al igual que su análogo real, ocho apéndices a modo de brazos que le dan su característica forma de flor de ocho pétalos.

Una vez construyeron el medusoide, lo introdujeron en un taque de agua salada similar a la marina y aplicaron descargas eléctricas para sincronizar las células cardiacas y que así se consiguiera imprimir el movimiento que debía tener el medusoide para funcionar correctamente. La frecuencia usada fue de 1 Hz. Sin la aplicación de la corriente el movimiento era descoordinado.

Dabiri se sorprende que con tan pocos componentes se haya podido reproducir el movimiento relativamente complejo de las medusas.





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